¿PALOMAR? ¿ATALAYA?
VILLAREJO DE MEDINA
En los oscuros recovecos de la Edad Media, un tiempo que se extiende entre los siglos VII y XIV, la península hispánica fue testigo de un singular florecimiento arquitectónico: la edificación de palomares. Estas estructuras no eran meros refugios de aves; además, ofrecían a sus creadores una fuente inagotable de alimento en tiempos de escasez y hambruna, convirtiéndose en una respuesta vital ante las adversidades de la vida cotidiana.
Los palomares emergieron tanto en las vastas llanuras rurales como en los umbrales de las ciudades, cruzando las fronteras de la fe y del poder, al erigirse en territorios musulmanes y cristianos por igual. Con el mismo fervor constructivo, las tierras bajo dominio musulmán vieron nacer torres o atalayas de vigilancia, altos centinelas del horizonte que, en épocas de incertidumbre, aseguraban la protección de las comunidades. Muchas de estas atalayas se alzaron sobre terrenos que, con el paso del tiempo, se transformarían en pequeñas villas o, aún más, en robustas ciudades si su ubicación coincidía con la red de castillos y murallas que trazaban las defensas del reino.
En esta geografía herida por el conflicto, surgió lo que podríamos denominar la Marca Media, una franja liminal donde los movimientos de musulmanes y cristianos se entrelazaban en una danza bélica constante. Para vigilar la frontera y anticipar cualquier incursión de los cristianos, se estableció una vasta red de atalayas, verdaderos ojos de piedra que parpadeaban en la inmensidad del paisaje, dispuestos a alertar a sus gentes ante la llegada del enemigo.
Así, en Villarejo de Medina, a solo 350 metros al noroeste del pueblo, se asoma un venerable edificio en ruinas, apodado “El palomar” por los lugareños. Este nombre, recurrente en la memoria colectiva, guarda consigo los ecos de un pasado donde la restauración del sustento y la vigilancia se entrelazaban.
Es necesario apuntar que desde la atalaya árabe, ya reconocida en Villarejo de Medina y situada a unos 1.170 metros de altitud en la ladera oeste del Morrón de la Torre (IGB), se revela un ángulo muerto, un vacío perceptual que desvela la vulnerabilidad del lugar: la entrada al pueblo a través del valle del arroyo Lamadre, donde la mirada vigilante se hace ciega.
La estructura que hoy contemplamos como un simple palomar puede, no obstante, haber sido concebida también como un punto estratégico para observar y proteger el acceso al pueblo, fortaleciendo así la comunicación visual que enlazaba a La Loma, Riva de Saelices, Cueva de los Casares, Villarejo de Medina, Padilla del Ducado y Hotezuela de Océn. En la intersección de la alimentación y la vigilancia, estas edificaciones nos hablan de un tiempo donde cada piedra estaba impregnada de historia, donde la supervivencia misma dependía de la astucia y la previsión de aquellos que habitaban estas tierras.
En pueblos aledaños a Villarejo de Medina, tras la reconquista y la repoblación de estas tierras, algunas de las antiguas torres-atalayas han cobrado una nueva vida, transformándose en refugios para palomas.
Un claro ejemplo de esta adaptación se encuentra en la emblemática torre de Balbacil, cuya sólida estructura ha albergado durante siglos a estas aves, convirtiéndose en un símbolo de continuidad y aprovechamiento del legado histórico.
Estas edificaciones, que una vez sirvieron como atalayas de vigilancia, han encontrado en los palomares su función renovada, persistiendo hasta tiempos muy recientes como testigos silenciosos de un pasado donde la defensa y la subsistencia se entrelazaban en un mismo espacio.
Vistos algunos de los palomares existentes en pueblos del entorno, hemos encontrado algunos aspectos comunes a todos ellos y otros que se diferencian del edificio mencionado de Villarejo de Medina.
Los palomares construidos en esa época son en su mayoría redondos para un mayor aprovechamiento del espacio, sin embargo la construcción de Villarejo de Medina tiene, aparentemente forma rectangular.
En los palomares visitados, la orientación de entrada de palomas está situada, como norma general, al sur. En supuesto palomar de Villarejo de Medina, dado el estado ruinoso del edificio, no se sabe cual pudiera ser la orientación de entrada de los animales.
En los restos existentes del edificio, en la parte sur, se percibe la existencia de una posible puerta, que por lo poco que se puede observar y por su situación en los muros, se podría deducir que está hecha con posterioridad a la construcción del edificio original.
Según los datos recopilados, las puertas de entrada de personas en los palomares, nunca están en la misma orientación que la entrada de animales, por lo que el hecho de que la puerta de entrada de personas en la construcción de Villarejo de Medina se contradice con los datos del resto de palomares.
En las construcciones destinadas dese du inicio para palomares, los nidales para la cría suelen ser muy abundantes y están ordenados en múltiples líneas horizontes.
En el edificio de Villarejo de Medina, los nidales están situados de forma aleatoria, sin seguir ningún patrón y en hornacinas que más bien pudieran ser huecos de piedras extraídas de sus muros. El numero de ellos es muy reducido en comparación con el resto de palomares visitados.
Por otro lado los palomares visitados están hechos con materiales muy simples y las construcciones suelen ser ligeras y austeras. La mayoría de ellos están hechos de barro y piedra y los muros suelen tener un grueso de entre 30 y 40 cm y la altura difícilmente superan los 5 metros.
Los muros del edificio de Villarejo de Medina tienen un grosor que superan los 60 cm en el muro norte y en alguno de los otros de sus lados.
Además, esta construcción tiene dos grandes contrafuertes en la cara sur de dimensiones desproporcionadas para un edificio de tan poca altura. Los contrafuertes tienen un grosor que en muchos lugares supera los 100 cm.
En el edificio de Villarejo de Medina se pueden observar mechinales en varios de sus muros, es decir varios huecos en un mismo plano y con una misma forma y dimensión que bien se pudiera semejar a las existentes en otras torres y que sirven para introducir vigas de madera, que se pueden ver aún en entre las ruinas y que servían para colocar el suelo de los pisos superiores. Igualmente se pueden observar, a la misma altura de los mechinales soportes realizados en mampostería, que bien pudieran ser sujeciones de ese posible piso.
Estas edificaciones, las torres, en los lugares que se han reutilizado como palomares, se han eliminado los pisos y se han utilizado los mechinales como nidales. Aumentando el número de estos extrayendo piedras de los paramentos originales.
En la parte inferior del edifico se aprecian reformas posteriores a la edificación, al igual que en la parte superior. No conserva revoco en el interior, y en el el exterior exclusivamente en la parte superior, quedando las hiladas de piedra mas grandes totalmente descarnadas las juntas y la piedra muy redondeada por la erosión, al tratarse de arenisca blanda.
VISTAS DEL EDIFICIO DESDE DIFERENTES ORIENTACIONES
Por su situación en el valle, bien podría ser una torre de vigilancia de la parte del valle que viene desde Saelices de la Sal
Otra documentación revisada ha sido las “Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada”, realizada en toda la Corona de Castilla, entre los años 1750 y 1754, en Villarejo de Medina concretamente el 30 de noviembre de 1752.
En dicha documentación, en la pregunta 18 que dice: “Si hay algún esquilmo en el término, a quien pertenece, qué número de ganado viene al esquileo a él y que utilidad se regula da a su dueño cada año”, haciendo referencia a todo aquellos tipos de bienes de los que vivía Villarejo de Medina en esas fechas, no hay mención alguna al palomar. En el resto de respuestas se habla de ganado, de colmenas, de casas y edificios, del horno, etc, pero en ninguna de las partes de la encuesta se hace mención alguna al palomar.
DATOS DE LA CONSTRUCICÓN DE VILLAREJO DE MEDINA
Paredes:
- Norte 4,40 m, muro 60 cm
- Oeste: 4,30 m, muro 70 cm.
Contrafuertes:
- En base 1,30 m de largo por 1,10 m de ancho.
- Oeste: 1 m de ancho, por 1,40 m de largo
Cálculo del número de nidales aproximado en toda la construcción: 75
Son muchas las similitudes y diferencias existentes, creando dudas al respecto y surgen las siguientes preguntas:
¿Porqué los muros tan gruesos para un palomar?
¿Porqué los grandes contrafuertes en los muros?
¿Porqué tan pocos nidales para una edificación tan grande?
¿Porque los nidales no son de construcción, sino aprovechando huecos de pared?
Aquí queda todo lo expresado anteriormente en cuanto a sus semejanzas y sus diferencias, y también queda aquí la pregunta inicial: